Como actividad de final de curso de Universitas, aprovechando la celebración del centenario del nacimiento del escultor Eduardo Chillida, el día 15 de junio de 2025 un buen número de socios de la Asociación Universitas fuimos a visitar el Chillida Leku. Este lugar (“leku”) que en euskera significa justamente “lugar”, no es un museo al uso, sino un gran jardín que el escultor eligió para la exposición de sus obras. En él se encuentran colocadas cerca de 40 esculturas y también se halla un caserío del siglo XVI, denominado Zabalaga, que reformó el propio Chillida. En. En la visita nos acompañó nuestro amigo el arquitecto Enrique Andreo, conocedor de la obra de Chillida y, gracias a la amistad que le une con la familia del escultor, nos guiaron por el museo dos de los hijos de Eduardo: Luis y Pedro. Con este último, también escultor y grabador, pudimos luego compartir el almuerzo en un caserío vasco.
La obra de Chillida se caracteriza por ser un juego de espacios que reflexiona sobre el fenómeno del peso y experimenta constantemente con los límites de la materia, en diálogo con el más allá. Entre sus obras más conocidas están aquellas que el escultor quiso que fueran propiedad de todos aquellos que las contemplamos: la obra pública, un concepto que resultó revolucionario en la década de los 50. Fueron así posibles, entre otras, tanto el Elogio del horizonte (en Gijón) como El Peine del Viento, homenaje mutuo del escultor a la ciudad de San Sebastián y de San Sebastián a él.
Su obra escultórica da cuenta de la estatura humana de Eduardo Chillida. En primer lugar, destaca su enorme libertad y humildad. Antes que adherirse a un proyecto cerrado prefería seguir los movimientos y formas que adquiriesen los materiales y trabajar bordeando el límite, incluso cruzándolo, sin saber de antemano qué podía suceder. No buscaba hacer algo con utilidad sino con sensibilidad, lo que se hace muy evidente en la escultura, que no tiene utilidad en sí misma.
La paz que se respira en el lugar de sus esculturas, rodeados de la belleza de la naturaleza, nos ha ayudado a acercarnos a la figura de Eduardo, a través de su obra y la mirada de sus hijos. Merece la pena una visita a San Sebastián que permita superar los prejuicios de unas esculturas extrañas, que aparentemente son lejanas a nosotros, pero que en realidad representan la expresión del deseo de libertad y relación con el Misterio que late en el corazón de todos los hombres.